jueves, 7 de enero de 2010

jueves, 30 de julio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

Perú - Revuelta en el Amazonas

Entrevista a Daysi Zapata, ahora presidenta de la AIDESEP (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana)

"La ministra mandó a la policía meter bala"


Juan Jesús Aznáres
El País, Madrid, 14-6-09
http://www.elpais.com/


La represión policial de los indígenas sublevados en Perú contra la privatización parcial de la Amazonia comenzó desde un helicóptero, continuó en tierra y causó la muerte de más de cien indígenas, según la denuncia de Daysi Zapata, de 38 años. Esta mujer encabeza la rebelión desde que el chamán Alberto Pizango, de 40 años, de la etnia shawi, padre de cinco hijos y maestro de escuela, recibiera asilo político en la Embajada de Nicaragua al ser perseguido por cargos de homicidio, sedición y rebeldía.

El presidente de Perú, Alan García, defiende los decretos de explotación de parte de la Amazonia como necesarios para impulsar el desarrollo nacional. Los amotinados contra su puesta en práctica actuaron con "salvajismo y barbarie" y "procedieron a degollar y herir con lanzas a humildes policías rendidos y sin armas", según el Gobierno, que acusa a los piqueteros, armados con lanzas, palos y machetes, de cortar carreteras, bloquear instalaciones y secuestrar a 38 policías, cuyo rescate el día 5 ha desencadenado una violencia sin precedentes.

Por teléfono desde Lima, la dirigente indígena Daysi Zapata lo explica así a este periódico: "Sólo se habla de los policías muertos [23], y de cinco indígenas, pero las cosas no son como se han contado. Son más de cien hermanos muertos". Afirma que la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, "cambió a la policía en Bagua y ordenó a los nuevos policías meter bala [disparar con fuego real] contra los hermanos que se defendieron como pudieron cuando se vieron provocados".

Madre de tres hijos, notable de la etnia yine, Daysi Zapata preside ahora AIDESEP (Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana), que congrega a cerca de mil comunidades. "Jamás daremos pie atrás en esta lucha por nuestros derechos y nuestros territorios", subraya durante la conversación. Y advierte que el cruento conflicto peruano sólo entrará en vías de solución cuando sean derogados todos los decretos que autorizan concesiones petroleras, madereras o de otro tipo. "El Gobierno quiere privatizar la selva para dar preferencia a las grandes transnacionales. Todo para atender los intereses extranjeros, y ustedes conocen muy bien que la selva es nuestra madre".

Pregunta. ¿Cómo comenzó todo?

Respuesta. Por una provocación. Durante muchos días estuvieron en Bagua policías que convivieron con los hermanos indígenas, conversando con ellos, diciendo a los policías que todo tiene que arreglarse de forma pacífica, sin violencia. Los policías lo entendieron, pero, lamentablemente, este Gobierno, con malas maniobras, mientras se discutían en el Congreso esos decretos, postergó la discusión. "En otro momento", dijeron. Eso ya fue una herramienta para que los pueblos indígenas se enfurecieran.

P. Pero enfurecerse hasta ese extremo de violencia...

R. Es que en ese momento, la ministra del Interior ordenó el cambio de policía para que fueran nuevos, y los nuevos, sin conversar con los hermanos, empezaron a atacarles. Fue la policía, que empezó con tiros desde el aire, desde helicópteros, contra los hermanos. Ellos jamás provocaron.

P. El Gobierno asegura que no es así, que ustedes secuestraron a policías.

R. Eso es totalmente falso. Tan falso como que somos parte de una conspiración internacional. Créame usted, al mandar la nueva policía allá y ordenar que se meta bala ya estamos hablando de genocidio.

P. ¿Fuego real desde el principio?

R. Claro, primero desde el helicóptero. La gente reaccionó y se mataron unos a otros. Se habla de sólo cinco indígenas. Eso nos molesta. Ahorita, con el toque de queda, no se puede siquiera ingresar a la zona donde pensamos que hay más muertos. ¡Qué estratégico es el Gobierno dando ese toque de queda para borrar esa responsabilidad!

P. ¿Cuántos muertos han contabilizado?

R. Nos informan de que unos cien indígenas han muerto. Y eso no se dice. Hay que denunciar esto, señor periodista. Y ya se ha encontrado una fosa con muchos muertos indígenas. Falta gente en las comunidades, y allí están pasando listas y controlando para sacar una relación exacta de cuántos indígenas están en la comunidad y cuántos están muertos.

P. ¿Cuáles son los planes de la AIDESEP?

R. Vamos a seguir pidiendo la derogatoria de los decretos legislativos y después empezar a dialogar con el Gobierno para ver las necesidades de los indígenas en salud, educación y tierras. Eso es lo que queremos. También lamentamos que el poder legislativo continúe engañando y evadiendo su responsabilidad política y busque salidas que los pueblos indígenas entienden que son un engaño.

P. ¿Tiene futuro su lucha?

R. El Gobierno dice que hace 590 días que nosotros estamos en pie de lucha, pero, sin embargo, nosotros decimos que hace diez mil años que los indígenas nos mantenemos en pie de lucha. Nuestros abuelos se enfrentaron a los colonizadores e incluso liberaron en el siglo XVII toda la región de la selva central. El siglo XIX significó el cambio de unos colonizadores por otros. Y hoy como ayer somos víctimas del saqueo y la rapiña del Gobierno de Alan García y su triple alianza formada por el APRA, Unidad Nacional y el Fujimorismo.

P. ¿Cuentan con apoyos legislativos?

R. El año pasado logramos derogar dos decretos gracias a los legisladores que conocen la realidad de los pueblos andinos y amazónicos. Pero sin embargo, todo quedó allí. Este año volvemos con una plataforma de lucha, a pedir la derogación de los decretos. Ni un paso atrás.

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Correspondencia de Prensa
boletin solidario de información

viernes, 6 de febrero de 2009

De la gran quema de capital ficticio a la depresión

Juan Luis Berterretche *

“La razón última de todas las crisis reales siempre sigue siendo la pobreza y la restricción del consumo de las masas en contraste con la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si sólo la capacidad absoluta de consumo de la sociedad constituyese su límite”

Karl Marx

El Capital

Libro Tercero, El proceso global de la producción capitalista[1]

“La crisis económica es la interrupción del proceso normal de reproducción. La base humana y material de la reproducción, el volumen de mano de obra productiva y el volumen y de instrumentos de trabajo efectivamente empleados se restringe. De ahí resulta una baja de consumo humano y una baja de consumo productivo, es decir una disminución del trabajo vivo y del trabajo muerto (pretérito) que estará a disposición de la producción durante el ciclo siguiente. De esta forma, la crisis se reproduce en forma de espiral. La interrupción del proceso normal de reproducción disminuye a su vez la base de partida de éste.”

Ernest Mandel

Tratado de economía marxista[2]

¿Qué clase de crisis es ésta?

La determinación de la razón última de las crisis capitalistas, expuesta en la cita del Libro Tercero de El Capital de Karl Marx que transcribimos, no significa decir que la crisis se suscita en la “carencia de consumidores solventes”. Como bien aclara Marx, la crisis no tiene su origen en que “la clase obrera recibe una parte demasiado exigua de su propio producto, y que por ende el mal se remediaría no bien recibiera aquella, una fracción mayor de dicho producto” [3]

Como precisa Mandel, las causas básicas de las crisis de sobreproducción “son, al mismo tiempo, la baja periódica inevitable de la tasa de ganancia, la anarquía de la producción capitalista y la imposibilidad en el capitalismo de desarrollar el consumo masivo en correlación con el crecimiento de las fuerzas productivas.”

Mandel amplía este concepto diciendo que la “lógica objetiva de las crisis de sobreproducción, conectada con la operación de la ley del valor se aclara a través de una importante observación de Marx en el libro II de El Capital” (…) ”El equilibrio del proceso de la reproducción ampliada presupone que las mercancías se venden a su valor o con mayor precisión, al valor que tenían al momento de su producción. Sin embargo, la dinámica misma de la reproducción ampliada incluye revoluciones regulares en la tecnología, intentos incesantes de los industriales por ganar la lucha competitiva mediante la reducción de sus costos de producción y sustitución creciente de la mano de obra por las máquinas. Todos estos fenómenos que se traducen en incrementos regulares de la productividad media del trabajo en la mayoría de las ramas productivas implican una baja tendencial del valor de cada mercancía. Bajo esta luz, las crisis de sobreproducción no son otra cosa que los mecanismos objetivos a través de los cuales se logra el ajuste de los precios del mercado a los valores mercancía decrecientes. El capital sufre por consiguiente pérdidas importantes (desvalorizaciones del capital) ya sea directamente, a través de la reducción del capital mercantil, o indirectamente, a través de la quiebra y el cierre de las empresas menos eficientes.”[4]

Si tuviéramos alguna duda sobre esto, alcanza con observar los despidos y la acumulación de existencias en las concesionarias y fábricas de automóviles. Y es sólo aguardar un poco más para presenciar los cierres y las quiebras de varias automotoras, en particular toda la industria del automóvil estadounidense que sobrevive a puro subsidio.

Pero aquí es necesario responder si la crisis actual es una de las tantas crisis cíclicas de sobreproducción que comenzó por describir Marx y que estallan en los países en forma periódica o estamos frente a otro tipo de crisis y cuales son sus determinaciones.

Crisis estructural crónica [5]

A mediados de la década de los 90 István Mészáros publicó Más allá del Capital [6] y desde una teoría socio-política y económica renovada, dentro de la corriente marxista, esclareció muchas cuestiones actuales. Su formulación de la ley tendencial de la tasa de utilización decreciente y la ubicación del rol del complejo industrial-militar en la economía capitalista actual, son dos significativos aportes que nos esclarecen respecto a la crisis estructural del capital en esta nueva época histórica.

El desarrollo cada vez mayor de la utilización decreciente de las mercancías en el capitalismo, conduce al sistema a una crisis estructural pues afecta las tres dimensiones fundamentales de la producción y el consumo capitalista: 1) bienes y servicios (mercancías); 2) maquinaria, materias primas e instalaciones (capital constante) y 3) la propia fuerza de trabajo (mercancía fuerza de trabajo). Veamos como se expresa la utilización decreciente en cada uno de estos sectores.

1) Hasta mediados de los 60 los mecanismos utilizados para garantizar la reproducción ampliada del capital fueron extender el mercado de determinadas mercancías a nuevos grupos de consumidores. Desde un aumento del consumo básico de la población, -en especial en nuevas opciones de la industria de la alimentación y la vestimenta para “alto consumo de masas” por ejemplo- hasta el acceso de bienes antes sólo accesibles para sectores privilegiados: -electrodomésticos y luego el automóvil- hacia el conjunto de las clases medias y luego entre algunos sectores de los trabajadores. Esta ampliación del consumo también se dio en los servicios como fue la expansión del turismo para sectores medios y populares. La crisis estructural comienza a manifestarse cuando desde cierto punto fue necesario utilizar mecanismos que impulsan al máximo la utilización decreciente. Nos referimos, por ejemplo, desde las “fechas de vencimientos” arbitrarias que comenzaron con los productos de la industria alimenticia y continuaron con otros productos, hasta acortar la vida útil de todos los bienes de consumo durable a través de la obsolescencia programada.

Pero la expresión más evidente y peligrosa de la crisis estructural en la producción de mercancías es la consolidación expansiva del complejo industrial-militar para continuar con la reproducción ampliada del capital, sin las incertezas de la demanda, -porque es el Estado el que compra y no el consumidor individual- y con la posibilidad de utilización cero. Esto plantea como amenaza que su propia racionalidad y finalidad última puede provocar hasta mismo, la total destrucción de la humanidad. La gran innovación del complejo industrial-militar es disolver las diferencias entre consumo y destrucción.

2) En el plano de las maquinarias, instalaciones y materias primas, la crisis estructural se manifiesta en el crecimiento del porcentaje de subutilización crónica y el acortamiento artificial del ciclo de amortización de las máquinas e instalaciones La conveniente ideología de la imprescindible “innovación tecnológica” ubica también a los Estados como proveedores de los recursos para la renovación de máquinas e instalaciones. Renovación tecnológica urgida más por la competencia del mercado que por una real necesidad productiva para atender las necesidades humanas.

3) En relación al uso o descarte de la fuerza de trabajo la crisis estructural se expresa en el desempleo estructural y creciente. Es decir una fuerza siempre creciente de trabajo vivo se torna fuerza de trabajo superflua. Como existe una identidad estructural entre trabajo y masa consumidora la contradicción se manifiesta en “el apetito siempre creciente del capital por consumidores de masa... y la necesidad siempre decreciente de trabajo vivo.”

La fuerza negativa de cada una de estas tres dimensiones en forma aislada -mercancías, maquinaria y trabajo- producen al confluir un impacto acumulativo que configura la crisis estructural del sistema de acumulación ampliada del capital, que podemos definir hoy como auto-reproducción destructiva.

El carácter estructural de la crisis del sistema basado en el capital se manifiesta hoy en cuatro aspectos principales:

· Su extensión es universal, no se trata de una crisis en una rama de la industria o en una esfera particular (financiera, comercial, etc.)

· Su alcance es global. No abarca a un grupo de países o región del mundo como fueron las principales crisis del pasado. Los distintos componentes de la crisis se expresan en menor o mayor medida en todos los países. El ejemplo más generalizado es la actual crisis iniciada en las “hipotecas basura” del sector inmobiliario de EEUU, que tuvo como centro al Citigroup pero que abarca a la banca, seguros, y fondos de pensión estadounidense, se ha extendido al capital financiero europeo, afecta la cotización del dólar, ha desestabilizado las bolsas asiáticas y de otros continentes y continúa como una recesión que apunta hacia la depresión.

· No se trata de una crisis cíclica, sino de una crisis permanente.

· No es una crisis tipo “tempestad” o colapso violento con un período limitado de quiebras industriales, comerciales o financieras. Se trata de una crisis de arrastre o extendida, acumulativa, endémica o crónica.

Esto no quiere decir que deban excluirse crisis en forma de convulsiones violentas, como la que presenciamos desde 2007, sino que estas estallan como profundizaciones de la crisis de arrastre.

Cuando hablamos de crisis estructural no nos referimos a alcanzar alguno de los límites absolutos que tiene el sistema en razón de los recursos limitados del planeta. No nos referimos a la posibilidad de un colapso total del abastecimiento de ciertas materias primas fundamentales. O de un colapso en la maquinaria productiva disponible por el abuso irresponsable de los recursos energéticos.[7]

Estas son parte de las características despilfarradoras intrínsecas al capital a medida que se alcanzan los límites últimos de su potencial productivo:

1 – Una demanda incontrolable por recursos, es decir, una tendencia irrefrenable creciente al uso intensivo de recursos. En especial, energéticos, agua, madera, minerales, granos etc. sin medir las consecuencias futuras sobre el medio ambiente y la sobrevivencia humana.

2 – El uso cada vez más intensivo de capital en el proceso de producción destructiva generando desempleo estructural creciente y acortando los plazos de obsolescencia artificial de la maquinaria.

3 – Multiplicación del valor-de-cambio abiertamente opuesto al valor-de-uso, o sea enfrentado a las reales necesidades humanas.

4 – Producción en masa de “personas superfluas” es decir el peor tipo de desperdicio, el desperdicio de individuos.

Pero, la crisis estructural se refiere a la triple dimensión interna de auto-expansión del capital cuyas perturbaciones cada vez mayores pueden detener el proceso normal de reproducción y resultar incapaces de desplazar las contradicciones acumuladas del sistema.

El Capital que devenga interés

“En el capital que devenga interés, la relación de capital alcanza su forma más enajenada y fetichista”[8]

Según Marx, cualquier capital prestado, sea cual fuere su forma y como quiera que se haga el reintegro por la naturaleza de su valor de uso, siempre es sólo una forma particular de capital dinerario.”[9] Es decir, todas las formas del capital dado en préstamo derivan del capital dinerario.

En el proceso de reproducción del capital, la forma dineraria es evanescente, no es más que una fase de transición. En cambio en el mercado dinerario el capital siempre existe en esa forma.[10]

“En el proceso real de circulación, el capital sólo aparece siempre como mercancía o dinero y su movimiento se resuelve en una serie de compras y ventas. En suma, que el proceso de circulación se resuelve en la metamorfosis de la mercancía. Otro es el caso si consideramos el proceso de reproducción en su totalidad. Si partimos del dinero (y es lo mismo si partimos de la mercancía pues en este caso partimos del valor de ésta, es decir que la consideramos a ella misma sub specie –bajo la forma- del dinero) se habrá desembolsado una suma de dinero, que retorna, luego de un período determinado con un incremento. La reposición correspondiente a la suma de dinero adelantada retorna más un plusvalor. Esa suma se ha conservado y multiplicado en el recorrido de un determinado movimiento cíclico. Ahora bien, el dinero, en la medida que se lo presta como capital, se lo presta precisamente como esa suma de dinero que se conserva y se multiplica, la cual retorna luego de cierto período con un incremento y que siempre puede recorrer ese mismo proceso. No se lo desembolsa como dinero ni como mercancía, es decir que no se lo intercambia por mercancía, es decir que no se lo intercambia por mercancía cuando se lo adelanta como dinero, ni se lo vende a cambio de dinero cuando se lo adelanta como mercancía; sino que se lo desembolsa como capital. La relación del capital consigo mismo, tal cual se presenta el capital cuando se considera el proceso capitalista de producción en forma conjunta y unitaria, y en el cual el capital aparece como dinero que incuba dinero, se le incorpora aquí simplemente como su carácter, como su determinación, sin el movimiento mediador intermedio. Y en tal carácter determinado se lo enajena cuando se lo presta como capital dinerario.”[11]

En el caso de las restantes mercancías, al llegar a las manos de su último poseedor se consume el valor de uso, y con ello desaparece la sustancia de la mercancía, y con dicha sustancia el valor mercantil. En cambio la mercancía capital tiene la peculiaridad de que en virtud del consumo de su valor de uso, su valor y su valor de uso no sólo se conservan, sino que se incrementan.[12]

De esta forma se procesa el fetichismo del capital dinerario: con la apariencia de “dinero que incuba dinero”.

El interés como fracción del plusvalor

“El interés en cuanto precio del capital es, desde un principio, una expresión cabalmente irracional.”[13]

Marx describe como es que el interés aparece como precio del capital: “El capital se manifiesta como capital en virtud de su valorización; el grado de su valorización expresa el grado cuantitativo en el cual se realiza como capital. El plusvalor o ganancia que genera –su tasa o nivel- solo resulta mensurable mediante su comparación con el valor del capital adelantado. Por consiguiente, la mayor o menor valorización del capital que devenga interés sólo resulta mensurable por comparación con el monto del interés, de la parte de la ganancia global que le corresponde, con el valor adelantado. Por ello, si el precio expresa el valor de la mercancía, entonces el interés expresa la valorización del capital dinerario, por lo cual aparece como el precio que se le paga al prestamista por el mismo.”[14]

“Puesto que el interés es sólo una parte de la ganancia que, conforme a lo que hemos supuesto hasta aquí, debe pagar el capitalista industrial al capitalista dinerario, la propia ganancia aparece como límite máximo del interés.”[15] En el supuesto caso en que el interés sea igual a la ganancia, lo que correspondería al capitalista industrial sería igual a cero.

La tasa media del interés que impera en un país –y a diferencia de las tasas de mercado que fluctúan constantemente- no resulta determinable en absoluto por ley alguna.[16]

Si nos preguntamos por qué los límites del tipo medio de interés no pueden deducirse de leyes generales, la respuesta radicará simplemente en la naturaleza del interés. “Este es sólo una parte de la ganancia media. El mismo capital aparece en una doble determinación: como capital susceptible de ser prestado en manos del prestamista, y como capital industrial o comercial (mercantil) en manos del capitalista operante. Pero sólo funciona en una ocasión, y sólo produce la ganancia una vez. En el propio proceso de producción, el carácter del capital en cuanto susceptible de ser prestado no desempeña papel alguno. La forma en que el prestamista y el prestatario dividen las pretensiones que tienen sobre esta ganancia es, en sí y para sí, un hecho también puramente empírico, perteneciente al reino de lo fortuito, al igual que la división de las participaciones porcentuales en las ganancias comunes de una empresa societaria entre los diversos socios.”[17]

A pesar de ser una categoría absolutamente diferente de la mercancía, el capital que devenga interés se convierte en mercancía sui generis, y por ello el interés se transmuta en su precio, el cual resulta fijado en todos los casos por la oferta y la demanda, tal como ocurre con el precio de mercado en el caso de la mercancía común.[18]

En el mercado de capital dinerario sólo se enfrentan prestamistas y prestatarios. La mercancía tiene una misma forma: el dinero. “Aquí se han extinguido todas las figuras particulares del capital, según su inversión en determinadas esferas de la producción o de la circulación. El capital existe aquí en la figura indiferenciada, igual a sí misma, del valor autónomo, del dinero.” (…) “El capital industrial se manifiesta aquí realmente, con todo su peso, en la oferta y demanda de capital, tal como sólo aparece en el movimiento y competencia entre las diferentes esferas: como capital colectivo, en sí, de la clase.”[19]

Es sólo la división de los capitalistas en capitalistas dinerarios y capitalistas industriales, la que transforma una parte de la ganancia en interés, la que crea realmente la categoría del interés; y es sólo la competencia entre ambas variedades de capitalistas la que crea el tipo de interés.

No fue Marx quien descubrió que el interés es sólo una parte de la ganancia bruta; fueron los propios economistas burgueses quienes lo determinaron: Joseph Massie (?-1784) primero, y luego de él, David Hume (1711-1776), a mediados del siglo XVIII.

Mientras el capital esté dado en préstamo y por consiguiente opere como capital dinerario, reportará un interés, una parte de la ganancia, pero el capitalista dinerario no puede disponer de la suma principal. Esto se manifiesta no bien ha prestado el capital, por ejemplo por un año o varios, y percibe intereses en fechas determinadas pero sin restitución del capital. Pero inclusive el reintegro no establece aquí diferencia alguna. Si se lo reintegran, deberá volver a prestarlo una y otra vez, mientras pretenda que ese dinero tenga para él los efectos de un capital (en este caso, de capital dinerario). “Mientras se halle en sus manos no devengará interés, no operará como capital; y mientras devengue interés y opere como capital, no se hallara en sus manos”.[20]

El fetichismo del capital dinerario se produce cuando una de las partes de la ganancia aparece entonces como fruto que corresponde en sí y para sí al capital, en la forma de interés, la otra parte aparece como el fruto específico del capital en una determinación opuesta, y en consecuencia como ganancia empresarial; la primera como mero fruto de la propiedad del capital, y la otra como fruto de la mera actividad con él, como fruto del capital en cuanto capital productivo.[21] La fetichización del interés hace aparecer a éste como un plusvalor que arroja el capital en sí y para sí, sin emplearlo productivamente.

En la práctica el capitalista que trabaja con capital propio, tanto como el que lo hace con capital prestado, divide su ganancia bruta en un interés que le corresponde como propietario, como su propio prestamista de capital a sí mismo, y una ganancia empresarial, que le corresponde como capitalista productivo.[22]

Es la división entre capitalistas dinerarios y capitalistas productivos la que provoca la existencia del interés: “Si todo el capital se hallase en manos de los capitalistas industriales, no existiría el interés ni el tipo de interés.”[23]

El crédito, el capital ficticio y la especulación

En el capítulo III del libro I del Capital, Marx describe como a partir de la circulación mercantil simple, se forma la función del dinero como medio de pago y la relación entre el productor de mercancías como acreedor del comerciante y éste como deudor del productor. El desarrollo del comercio y del modo de producción capitalista expande el sistema crediticio. Con el sistema crediticio que relaciona a productores y comerciantes, la mercancía deja de venderse a cambio de dinero y la transacción se hace por medio de la promesa de pagar la mercancía en una fecha determinada. Todas estas promesas de pago –y las variedades de ellas son innumerables- tienen el origen en las letras de cambio.

“Así como estos adelantos recíprocos de productores y comerciantes entre sí constituyen el fundamento real del crédito, así también su instrumento de circulación, la letra de cambio, constituye la base del dinero crediticio, propiamente dicho, de los billetes de banco, etc.”[24]

Todos los tipos de papeles que tienen origen en las letras de cambio se expanden en el capitalismo de forma incontrolable. “Es imposible decidir cuánto proviene de transacciones reales, por ejemplo de compras y ventas reales, y que parte ha sido creación artificial (fictitious) producida y sólo consiste en letras de colusión, es decir letras que se extienden como relevo de otras antes de su vencimiento, creando así capital ficticio por fabricación de simples medios de circulación.”[25] El mismo banquero citado aporta cifras que permiten concluir que a mediados del siglo XIX, 9/10 de la circulación de medios de pago en Londres, correspondía a capital ficticio.

Engels citando a Gilbart[26] decía: “Todo cuanto facilite los negocios, facilita asimismo la especulación. En muchos casos, los unos y la otra están tan estrechamente ligados, que resulta difícil decir donde termina el negocio y donde comienza la especulación. Cuanto mayor sea la facilidad con que puedan obtenerse adelantos sobre mercancías no vendidas, tanto mayor número de estos adelantos se solicitará, y tanta mayor será la tentación de fabricar mercancías o de lanzar mercancías ya fabricadas a mercados distantes, con la única finalidad de obtener de inmediato adelantos de dinero sobre ellas.”[27]

Las hipotecas sub prime son un prototipo más sofisticado de esta forma de especulación sustentada en el crédito, descripta por Engels. Se fabricaron casas con finalidad de hipotecarlas y el inversor y/o la empresa constructora obtener el retorno de la inversión. Pero no existía para esas casas un mercado real de consumidores que respaldaran con su pago las hipotecas. Y la venta de las casas en el mercado era necesaria para que no hubiera acumulación de inmuebles invendibles. Casas no se trata de pequeñas mercancías que se pueden esconder en un depósito ni enviar a mercados distantes. La solución fue comenzar a vender las casas a personas sin recursos. Los titulares de las hipotecas pasaron a ser personas insolventes desde el punto de vista del sistema. Estas hipotecas incobrables eran mezcladas con otros papeles mas confiables y se “titularizaba” el paquete para hacer perder la pista de las hipotecas “truchas”. El resultado fue la burbuja inmobiliaria de 2005-2007, una variante de la maniobra especulativa descripta por Engels y que provocó en Inglaterra la saturación de los mercados y una crisis catastrófica (Krach) en 1847.

El mecanismo privilegiado de la especulación capitalista siempre se basa en la creación de capital ficticio (en el caso descrito: hipotecas) y siempre se apoya en la fetichización y enajenación del capital que devenga interés.

Las bolsas: burdeles de agonía.

“En el juego de la cuerda, un número igual de personas tiran de cada extremo de ella para ver que equipo es el más fuerte. En el juego de la especulación bursátil, los especuladores pueden escoger el lado que quieran, y el lado que escogen gana invariablemente porque en el argot de la bolsa ‘cada uno es más fuerte que nadie’. Cuando cada uno se pone en el lado alcista, la bolsa sube fácilmente, pero a medida que va subiendo, cada uno se va apeando hasta que el avance se detiene. Mientras tanto los que han dejado uno de los lados de la cuerda se van al otro bando y agarran del lado extremo.”[28]

“Nadie que planta trigo se dedica al cabo de un día o dos a desenterrar los granos para ver si han germinado, pero en el mundo de la bolsa la mayoría de las personas quieren abrir una cuenta al mediodía y sacar sus beneficios antes del anochecer”[29]

Charles H. Dow (1851-1902)

Fundador junto Edward D. Jones del índice Dow Jones

Las acciones de las corporaciones representan capital real, es decir el capital invertido y operante en esas empresas, o la suma de dinero adelantada por los participantes para ser gastada como capital en tales empresas. Esto no significa descartar que las acciones en muchos casos sólo representen una simple estafa. “Pero este capital no existe de dos maneras, una vez como valor de capital de los títulos de propiedad, de las acciones, y la otra como el capital realmente invertido o a invertir en esas empresas. Sólo existe en esta última forma, y la acción no es otra cosa que un título de propiedad, pro rata, sobre el plusvalor que se ha de realizar por intermedio de ese capital.” (…) El que compra acciones “habrá convertido su capital en un mero título de propiedad sobre el plusvalor que cabe esperar del capital accionario.”[30] De manera que una cartera de acciones no se trata de capital real sino de capital ficticio. Pero durante 2008 la mitad del capital ficticio que representa la cartera accionaria mundial se evaporó. “El valor de los mercados de acciones mundiales se redujo en cerca de 30 billones de dólares (treinta trillones en inglés) en un año, o sea a la mitad”[31] Es decir, durante 2008, la cartera accionaria mundial, se desvalorizó en una suma equivalente a más del 50% del PIB mundial.

Títulos u obligaciones públicas, títulos nacionales, certificados o bonos del tesoro, todos se tratan de capital ficticio. En el caso de la deuda pública, el Estado debe pagarle anualmente a sus acreedores cierta cantidad de intereses por el capital prestado. En este caso el acreedor no puede reclamar el pago de la deuda a su deudor, sino solamente vender la exigencia, su título de propiedad de la misma. El propio capital ya ha sido consumido, gastado por el estado. Un déficit aparece ilusoriamente como capital. Los bonos del tesoro y todo tipo de títulos de deuda pública no es otra cosa que capital puramente ficticio. No sólo porque la suma que se prestó al estado ya no existe en absoluto, sino porque a partir del momento en que estos certificados de deuda se tornan invendibles, se desvanece la apariencia de este capital. China que vende el grueso de sus exportaciones a EEUU y con los dólares que recibe compra bonos del Tesoro, tiene como reserva nacional una enorme burbuja de capital ficticio creado a golpes de emisión de la Fed.

Así como las acciones de las empresas que se cotizan en la bolsa y los certificados o bonos de deuda pública, las hipotecas también son capital ficticio. En las hipotecas, el capital real tampoco existe de dos maneras: una vez como hipoteca y otra como construcción inmobiliaria. Solo existe como inmueble, y la hipoteca no es otra cosa que un título de propiedad sobre los pagos fraccionados que deberá hacer el comprador del inmueble. En el mejor de los casos también es capital pretérito. En el caso en que el deudor de la hipoteca no pague sus prestaciones la hipoteca pasa a ser invendible y la opción es ejecutarla para obtener la devolución del inmueble, con la pérdida de los gastos que esto implica y con la consiguiente desvalorización de la propiedad al volver a ingresar al mercado. Agreguemos que mientras no se vuelva a vender sigue produciendo pérdidas a su titular. En el caso de las hipotecas sub prime, la ejecución de éstas, volcaría al mercado inmobiliario saturado, millones de inmuebles invendibles que deprimen aún más una sobreoferta de propiedades. Con la titularización de las sub prime y su colocación a escala de mercado mundial, la posibilidad de recuperación de parte del capital a través de la ejecución de las hipotecas, es en la práctica nula. Con las sub prime no se trata de capital ficticio sino de simple fraude. Aún no se ha podido evaluar con certeza cual es el monto de capital ficticio que se quemó con el estallido de las sub prime.

El capital dinerario de las empresas de seguros proviene de salarios, rentas o ganancias empresariales. Es una de las dos formas más importantes de acumulación de capital dinerario a largo plazo. La otra forma de gran acumulación de capital dinerario son los fondos de pensión que provienen del ahorro mensual en salarios o rentas para obtener una renta o sueldo para la vejez. Las aseguradoras y los fondos de pensión privados -sin garantía estatal- invierten la gran mayoría del capital dinero en capital ficticio: deuda pública, acciones, títulos e hipotecas y conservan en monedas fuertes lo necesario para abonar los seguros y las mensualidades. La gran devaluación de capital ficticio durante 2007-2008 hizo quebrar aseguradoras (como AIG) y ha desvalorizado en gran medida los fondos de pensión privados.

Rol de los banqueros

El otro aspecto del sistema crediticio se vincula al desarrollo del comercio dinerario que se expande a la par del comercio mercantil. Nos referimos a la administración del capital que devenga interés o capital dinerario y que ocupa a los comerciantes de dinero. Su función particular es recibir y conceder dinero en préstamo. Son intermediarios entre los prestamistas reales y los que toman el dinero como prestatarios. Es el negocio de los banqueros que concentran en sus arcas grandes cantidades de capital dinerario prestable e intermedian entre los capitalistas industriales y comerciales. Cumplen la función de concentrar a todos los prestatarios frente a todos los prestamistas. Realizan la centralización del capital dinerario de los prestamistas, concentrando a su vez a los prestatarios.

“A ello se suma que, con el desarrollo de la gran industria, el capital dinerario, en la medida que aparece en el mercado, resulta cada vez más representado no por el capitalista individual, por el propietario de tal o cual fracción del capital que se encuentra en el mercado, sino que se manifiesta como una masa concentrada y organizada, situada, en forma muy diferente a la producción real, bajo el control de los banqueros que representan al capital social. De modo que, en lo que a la forma de la demanda respecta, al capital prestable lo enfrenta asimismo el peso de una clase; así como, en lo que a la oferta respecta, él mismo se manifiesta como capital prestable en masse”[32]

Los fondos de reservas de los bancos en países de producción capitalista desarrollada están compuestos por exigencias de deuda (letras de cambio y sus variantes); títulos y obligaciones del estado (títulos de deuda pública que representan capital pretérito); acciones (títulos de propiedad sobre rendimientos futuros); hipotecas (títulos de propiedad sobre pagos fraccionados futuros de inmuebles), etc. Las exigencias de deuda tienen un alto componente de letras de colusión, es decir letras que se extienden como relevo de otras antes de su vencimiento, creando así capital ficticio por fabricación de simples medios de circulación. El valor dinerario del capital que representan la totalidad de los títulos y obligaciones que se hallan en las cajas fuertes de los banqueros, es totalmente ficticio y constantemente cambiante, dependiendo de sus cotizaciones en la bolsa. A ellos debemos agregar que ese capital ficticio del banquero en gran medida no representa su capital, sino el del público que deposita en su institución. ¿Cuánto de ese capital ficticio de las reservas de los bancos que se compone de acciones, hipotecas, títulos, derivados de crédito, etc. ya se quemó o está por tomar fuego?

Las burbujas de capital ficticio

Desde la década pasada, una respuesta estadounidense a un empeoramiento de la crisis crónica del capital iniciada a principios de los 70, han sido las burbujas de capital ficticio que transportan en su seno el fraude y la estafa especulativa. La “expansión” económica de los 90, en especial el quinquenio de aceleración económica empezado en 1995, se trató de un crecimiento ampliamente difundido como el inicio de una extensa prosperidad que los socios imperialistas europeos debían imitar.

Pero en realidad no era una superación de la pendiente iniciada en 1973. La tasa de ganancia del capital en los países imperialistas no se recupera desde hace más de tres décadas.

“Las tasas registradas durante el ciclo económico de la década de los noventa no sobrepasaron las de las décadas de los setenta y ochenta, que estuvieron, como es sabido muy por debajo de las de la larga expansión de posguerra que se produjo desde finales de la década de los cuarenta hasta finales de las de los sesenta. En consecuencia durante la década de los noventa el comportamiento del conjunto de las economías capitalistas avanzadas (G7), atendiendo a los indicadores macroeconómicos habituales, no fue mejor que la de la década de los ochenta, que a su vez fue peor que la década anterior y muy inferior al de las décadas de los cincuenta y los sesenta.” [33]

La expansión económica de 1995-2000 en EEUU fue ayudada por las grandes revaluaciones del yen y el marco impuestas por el gobierno estadounidense a sus rivales de Japón y Alemania en el Acuerdo del Plaza de 1985[34]. Como resultado de este acuerdo aumentó la competitividad de la industria de EEUU en el mercado mundial y a partir de 1993 la economía estadounidense manifestó mayor dinamismo.

La recuperación económica en EEUU se basaba no sólo en la devaluación del dólar (lo que impulsó sus ventas al mercado mundial), sino también en una década de estancamiento salarial, una severa reconversión industrial, disminución de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y un cierto equilibrio del presupuesto público. La competencia mayor de EEUU en el mercado mundial provocó en el primer quinquenio de la década de los 90 las recesiones más profundas de posguerra en Japón y Alemania.

El dólar comenzó a subir a partir de 1995 y el exceso de producción industrial en el mercado mundial volvió a recaer sobre la industria de EEUU, agravado por las crisis de 1997-1998 de Asia oriental que redujo la demanda de esos países a la vez que el dinero de sus gobiernos afluyó a los mercados financieros estadounidenses presionando a la mayor alza del dólar. El pillaje de la deuda externa en América Latina y África y las fugas de capitales hacia los países imperialistas promovidas por la aplicación de las recetas fondomonetaristas en el mundo neocolonial también impulsaron el alza del dólar.

En esos años la intervención de Alan “burbujas” Greenspan desde la presidencia de la Reserva Federal (Fed) fue decisiva.[35] Entre 1995 y mediados de 1999 mantuvo sin elevar los tipos de interés y auxilió a los inversores en Wall Street con inyecciones de crédito para superar cualquier amague de inestabilidad financiera. Para contrarrestar el aumento del dólar y las restricciones presupuestarias de Clinton, la Fed facilitó el crédito a las empresas y las familias para estimular la inversión y la demanda de consumo (en gran medida suntuario). Esto es lo que se conoció como efecto riqueza que consistió en las elevaciones de las cotizaciones bursátiles durante toda la segunda mitad de los noventa. Se inició allí la gran burbuja en la bolsa de valores que a corto plazo terminó en el 2000 con la desaparición del 90% de las empresas Puntocom, un torrente de quiebras y la pérdida del trabajo para medio millón de estadounidenses. Y a mediano plazo desembocaría en el colapso actual. Esta burbuja no se trató de un efecto inesperado sino deliberado de Greenspan. Lo prueban sus declaraciones al Comité Económico Conjunto del Congreso de junio de 1998. [36]

En 1995-1999 hubo una subida impresionante de las cotizaciones de la acciones y las empresas de tecnología de la información se encontraron frente a una fácil financiación endeudándose a cuenta de la capitalización del mercado o mediante la emisión de acciones. El endeudamiento de las empresas Puntocom para finales de los 90 era astronómico. La financiación de las empresas en la posguerra provino de sus beneficios reales, pero para las Puntocom los fondos derivaban del mercado de valores impulsado por las medidas de la Fed. Creación de capital ficticio a partir de empresas ficticias. El 30% del aumento del PIB en EEUU entre 1995 y 2000 tenía ese origen. La especulación financiera elevaba las cotizaciones bursátiles. Se fraguaban los balances de las empresas para que aparecieran ganancias inexistentes y subieran las acciones. O se utilizaban los créditos de la Reserva Federal con intereses negativos para poner en práctica en la bolsa el efecto “rebote del gato muerto”: cuando las acciones tenían tendencia a bajar las empresas tomaban los benéficos préstamos de Greenspan y compraban sus propias acciones para impulsar el alza de las cotizaciones. Además de inflar la creación de capital ficticio, la Reserva Federal promovía en la bolsa el simple fraude.

En la década del 90 el efecto riqueza se expresó en el consumo de las familias ricas es decir el consumo del 20% de los hogares de mayor renta. El aumento ficticio del valor de las acciones y el pillaje de los rentistas de la deuda externa del tercer mundo, promovió el crecimiento del endeudamiento por consumo en este sector y redujo a cero la tasa de ahorro familiar en dicha década. La expansión que entre 1995 y 2000 resultó en crecimiento de la producción, el empleo y en menor medida de los salarios dentro de EEUU, dependía de la burbuja bursátil impulsada por la Fed y el Tesoro, del agio con los intereses de la deuda externa neocolonial y otros pillajes como la privatización de los fondos de pensión en Latinoamérica y la financierización de esos fondos. No tenía ninguna relación con la creación real de valor en el proceso de producción. En medio de la euforia de la burbuja, entre 1997 y 2000 la tasa de ganancia de las empresas estadounidenses no financieras cayó en un 20%.

Es en ese período -donde fulguraban los yuppies-, que la dirección total de la economía pasa a manos de los aventureros más temerarios del capital ficticio que contaron con una desregulación financiera en la medida de su codicia. Entre 1994 y 2000 las ganancias del sector financiero se duplicaron, mientras que en igual período en el sector empresarial sólo aumentaron un 30%. La proporción en el total de las ganancias del sector finanzas pasó del 23 al 39%. Alrededor de 220 mil millones de dólares. Lo que significa que captaron el 75% del aumento de los beneficios empresariales de esos años. [37]

Fue sobre todo la burbuja bursátil la que ofreció oportunidades históricamente inigualadas para acumular tasas y beneficios por supervisar la emisión de acciones y las fusiones y absorciones, al tiempo que gestionaban la financiación de los créditos a los empresarios y a los consumidores. Al final de la década de los 90, cuando la burbuja bursátil se aproximaba a su apogeo, el inicio de la burbuja inmobiliaria ofreció al sector financiero otro exorbitante campo de ejercicios con múltiples oportunidades para obtener cuantiosos beneficios. [38] El aumento del precio de la vivienda acompañó el ascenso de las cotizaciones bursátiles desde mediados de la década del 90. En 1995 los valores inmobiliarios estaban en cifras similares a los de las dos décadas anteriores. Pero entre 1995 y 2003 el precio de la vivienda subió un 35% por encima del IPC. En ese período los accionistas beneficiarios de la burbuja bursátil demandaron casas más lujosas e impulsaron los precios. La gran reevaluación de las viviendas permitió la venta de inmuebles a precios superiores a la deuda hipotecaria; la refinanciación de hipotecas o una nueva obtención de créditos con garantía en la diferencia entre el precio de mercado y el valor de la hipoteca pendiente. En 2001 el dinero obtenido por esos medios sumó 400 mil millones de dólares, en 2002 600 mil millones y en 2003 716 mil millones. Gran parte de esto se volcó al consumo, en especial, el suntuario. Capital dinerario no volcado a la producción y a la acumulación de capital, sino al derroche de lujo. En el período 2001/2003, todas las transacciones del mercado inmobiliario o relacionado a él fueron responsables por casi el 70% del crecimiento del PBI. Y representaron más de dos tercios del aumento de la producción y del empleo en el período 2001-2007. Es decir EEUU salió de la recesión en el 2002 de la mano (visible) de “Burbujas” Greenspan que inyectó ingentes cantidades de capital ficticio en el mercado.

Desde mediados del 2000 a octubre del 2002 (el punto mínimo en esos años de las cotizaciones en Wall Street) se desinfló la burbuja bursátil de las Puntocom y otras empresas de tecnología de punta, combinándose con el inicio de un proceso de desaceleración en la economía estadounidense desde el 2000, que en el 2001 se convirtió en recesión abierta amenazando extenderse por largo plazo.

Los casos Enron, Worldcom, Vivendi-Universal, etc en el 2001 iniciaron una multiplicación de escándalos de manipulación contable de las corporaciones -para inflar las cotizaciones de las acciones- con la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos de negocios. Este panorama anunció una fuerte tendencia hacia la contracción de la economía. En el plano político el gobierno neo-con de Bush respondió con su política de “guerra permanente” -favorecida por los oportunos atentados de incierto origen contra las torres gemelas- que estimuló las compras del estado al complejo militar-industrial y de servicios. Los recursos salieron del endeudamiento externo (una parte lo aportó China con su masiva compra de bonos del Tesoro) y la emisión sin respaldo de moneda por la Fed.

A principios de 2002 Alan “burbujas” Greenspan anunció que la recesión iniciada el año anterior en EEUU había terminado. A mediados del 2003 los “economistas” de Wall Street proclamaban que comenzaba una nueva expansión económica en el imperio. ¿Qué había pasado entretanto para que el optimismo retornara con tanta premura?

Es que en ese medio tiempo el presidente de la Fed realizó una reducción drástica de las tasas de interés y el crédito se hizo cada vez más barato. La rebaja de la tasa de interés, llegó a alcanzar el 1%, por debajo del nivel de inflación; es decir la tasa llegó a ser negativa (-1%) en términos reales. El crédito parecía no tener límite ya que se sustentaba en una emisión masiva de dólares por la Fed cuyo único costo es el de impresión y distribución. Privilegio y amenaza. Privilegio de EEUU por ser el dólar moneda mundial y acaparar el 70% del comercio y el 65 % de las reservas planetarias. Pero también una amenaza para la economía capitalista estadounidense y mundial por tratarse de una emisión de moneda que no está sustentada en la creación real de valor. En algún momento esto desemboca en una gran quema de capital ilusorio como la que presenciamos en 2007-2008.

Fetichización del capital que devenga interés

La baja de la tasa de ganancia de las últimas tres décadas hizo buscar atajos absurdos por fuera de la producción industrial, que condujeran a obtener plusvalor. Pero el plusvalor sólo proviene de la capacidad del capital de transformarse en medios de producción y de esa forma movilizar constantemente trabajo impago –único origen de plusvalor-, convirtiendo al proceso de producción y circulación de mercancías en la producción de plusvalor para su poseedor. Sin trabajo ajeno impago no existe plusvalor.

“…en el capital que devenga interés queda consumada la idea del fetiche capitalista, la idea que atribuye al producto acumulado del trabajo, y por añadidura fijado como dinero, la fuerza de generar plusvalor en virtud de una cualidad secreta e innata, como un autómata puro, en progresión geométrica, de manera que este producto acumulado del trabajo (…) ya ha descontado desde hace muchísimo tiempo toda la riqueza del mundo y a perpetuidad como perteneciéndole y correspondiéndole por derecho.”

Este extremo proceso de fetichización y enajenación del capital que devenga interés estimulado por las corrientes neoliberales, ha impulsado el crecimiento desmedido del capital dinerario en las dos últimas décadas con la ilusión de que éste podría arrojar interés sin empleárselo en el proceso productivo. Es lo que los economistas señalan como financierización de la economía.

A mediados de siglo XIX, Marx había advertido sobre lo absurdo de una transformación del capital total en capital dinerario, anulando la intervención de capitalistas que compren y valoricen los medios de producción: “Esto encierra la insensatez aún mayor de que, sobre la base del modo capitalista de producción, el capital arrojaría un interés sin actuar como capital productivo, es decir sin crear plusvalor, del cual el interés sólo constituye una parte; que el modo capitalista de producción seguiría su curso sin la producción capitalista.”[39] Y aquí Marx advertía cuales serían las consecuencias prácticas de un desatino de esa naturaleza: “Si una parte desproporcionadamente elevada de los capitalistas transformase su capital en capital dinerario, la consecuencia sería una enorme desvalorización del capital dinerario y una tremenda caída del tipo de interés; muchos quedarían de inmediato en la imposibilidad de vivir de sus intereses…”

Describiendo la crisis inglesa de 1847-1848, Marx afirmaba que al valor aumentado del capital dinerario dedicado a la especulación le correspondía directamente, el valor dinerario disminuido del capital real (del capital mercantil y del capital productivo). “El valor del capital en una forma aumentaba porque disminuía el valor del capital en la otra.”[40]

En EEUU, desde la década del 80, aumenta el capital dinerario en desmedro del capital productivo. La Unión Europea y Japón acompañaron esta tendencia. Esto es lo que los economistas neoliberales definieron como “la nueva economía”. En los últimos meses del 2008 hemos presenciado la desvalorización del capital dinerario global en un porcentaje que se calcula entre el 40 y 60%. Con algo más de un siglo y medio de antecedencia Marx previó en forma minuciosa adonde conduciría la “astuta y creativa” orientación económica de las últimas décadas -liderada por EEUU, secundada con entusiasmo por el gobierno laborista de Gran Bretaña, los demás países de la Unión Europea, Japón y otros socios menores del imperialismo- transformando enormes sumas de capital productivo en capital dinerario, con la ilusión de driblar la ley del valor y encontrar un “atajo” hacia el plusvalor sin pasar por el trabajo no-remunerado.

La desregulación de Clinton

Y aquí es importante remarcar la responsabilidad del gobierno Clinton con la burbuja bursátil. Su secretario de Tesoro Robert “profeta” Rubin[41] (entre 1995 y 1999) provenía del núcleo de la aventura financiera: había sido jefe ejecutivo de Goldman Sachs. “Clinton y Rubin llevaron la desregulación bancaria hasta su conclusión lógica, abriendo la vía para el ascenso de supermercados financieros integrados (holdings) que podían combinar, con gran aumento de sus beneficios, las tareas hasta entonces separadas de la banca comercial, la banca de inversiones y los seguros”. [42] El senador Carter Glass y el diputado Henry Steagall en 1933 presentaron un proyecto de ley que quedó para la historia con sus nombres, la Glass-Steagall Act, para separar los bancos comerciales de la actividad de bancos de inversión y las aseguradoras. Ellos habían comprobado que uno de los mecanismos que llevó a la gran Depresión iniciada en 1929 era que los inversores perdieron dinero en operaciones en que los bancos promovían entre sus clientes la inversión en acciones que eran lucrativas para su área de banco de inversión y perjudiciales para los inversores. La legislación forzó a los bancos a escoger una de estas actividades. Es decir, la Glass-Steagall Act prohibía a los bancos ofrecer al mismo tiempo servicios de inversión (adquisición de acciones, bonos, títulos, fusiones, etc.), banca comercial (depósitos, ctas. corrientes, etc.) y compañías aseguradoras (servicios de seguros). En noviembre de 1999, un acuerdo entre los demócratas y los republicanos, bajo el gobierno Clinton y el secretario del Tesoro Rubin, derogó la prohibición de bancos holding (supermercados financieros que cumplían las tres funciones mencionadas al mismo tiempo) por medio de la Gramm-Leach-Bliley Act. Los embates contra la Glass-Steagall Act se habían iniciado antes de los 80 y el Citibank se constituyó como holding a través de varias fusiones en 1994 en abierta violación de la ley de 1933, por medio de dispensa especial de la Fed (Greenspan). En los últimos 15 años de esta ley, la Fed autorizó a la mayoría de los grandes bancos a fusionarse con instituciones financieras de inversión o crear subsidiarias que intermediaban en la venta de acciones. La ley promovida por el senador Phil Gramm, el diputado Jim Leach y el presidente del comité de comercio de la cámara de representantes Bliley Thomas Jr. (los tres republicanos) no hacía más que legalizar estas fusiones en forma permanente. Cuando varios economistas de renombre señalaron esta ley de desregulación financiera como un instrumento central que condujo al colapso 2007-2008. Clinton afirmó: “No veo que la aprobación de ese proyecto tenga nada que ver con la crisis actual” [43] Aunque el proyecto era de los republicanos contó con el apoyo de Clinton - que, como vemos, aún lo defiende.

Timothy Franz Geithner y sus dilectos derivados de crédito

Sus antecedentes como subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Clinton, (1999-2001) como director de departamento en el FMI y como presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York durante el gobierno Bush Jr., lo definen sin ninguna clase de dudas como un neoliberal ortodoxo suprapartidario. Y su intervención en Wall Street -desde la reserva Federal de N. York- promoviendo la expansión de los derivados de crédito, lo sitúa gerenciando el capital financiero hacia el colapso económico.

En febrero de 2007, Jenny Anderson [44] publicó un artículo sobre su conducción del Fed N. York, premonitorio del colapso económico-financiero a partir de la observación de un crecimiento inusitado de los derivados de crédito. Con un título elogioso para el entrevistado (Calmo antes y durante una tempestad), J. Anderson no dejó de mencionar los ilusorios derivados de crédito que Tim Geithner había convencido a Wall Street de apadrinar y difundir.


“Lo más importante en la lista de tareas de Mr. Geithner es comprender y acompañar los U$S 26 millones de millones de derivados de crédito en el mercado -el doble del tamaño de la economía de Estados Unidos- ya que ese mayor crecimiento del mercado financiero no existe. Su crecimiento ilusorio engrasa las ruedas de la economía global, aumentando la liquidez, con flujo de dinero hacia Wall Street, pero también con riesgo de diseminación.”... “Cuando el mercado empiece a testar esta situación, nadie sabe con certeza como él puede reaccionar.”


Luego de citar a Robert “profeta” Rubin afirmando que Mr. Geithner “es realmente notable” Anderson explica que “Esto ha sido ampliamente demostrado en la forma como él persuadió a Wall Street de apropiarse de los derivados de crédito.”... “Su abordaje tiene por objetivo ayudarles a creer que ellos son maestros de su propio destino, en vez de infames que precisan ser punidos, al paso que extraen mejorías en el sistema financiero a lo largo del camino.”


Respondiendo a las amenazas de esta explosión de capital ficticio de corte fraudulento, Geithner afirmó: “El hecho de que los bancos están más fuertes y el riesgo de diseminación (de los derivados) es más amplio, debe tornar el sistema más estable” No hay duda que Rubin y sus protegidos tienen dotes oraculares.

Fueron esos derivados de crédito envenenados, que se expandieron contaminando las carteras financieras en todo el globo. Para algunos, el mercado mundial de los derivados de crédito (desde operaciones de crédito y seguro hasta la especulación en mercados de futuros y en divisas inestables) ronda en el actualidad los 600 billones (600 millones de millones) de dólares. [45] En 2007, todo el PIB mundial fue diez veces menor situándose en $58 billones. Se estima que el PIB de los países de la Unión Europea alcanzará el presente año unos $19 billones, y el de EEUU, algo más de $14 billones. Sólo en derivados de crédito el capital financiero se compone hoy de diez veces más dinero virtual que la producción mundial anual de valor real.

Este es el resultado extremo de la desregulación de las finanzas procesada durante los gobiernos secuenciales de R. Reagan, Bush senior, Clinton, Bush júnior que llevó a la formación de un núcleo duro del capital ficticio con la acción combinada de Wall Street – Tesoro - Reserva Federal - FMI. Este núcleo reprodujo en cada país esa sincronización de los bancos centrales, los ministros de finanzas y las bolsas de valores bajo la batuta del imperio y la subordinación a los malabaristas del capital ilusorio. La reclamada autonomía de los bancos centrales en relación a los gobiernos, -medida neoliberal que se impuso a todos los países- era para preservar la independencia de los núcleos duros del capital financiero frente a potenciales viradas políticas indeseables. El actual secretario del Tesoro de Barak Obama, fue una pieza clave de la transformación en Wall Strett de capital ficticio en derivados de crédito y de la diseminación de estos papeles fraudulentos en el planeta.

El buen capitalista productivo versus el malvado capitalista financiero

El trabajo de administración, dirección o supervisión en las empresas se origina necesariamente en todos los modos de producción que se basan en el antagonismo entre el trabajador, en cuanto productor directo, y el propietario de los medios de producción. “Cuanto mayor sea ese antagonismo tanto mayor será el papel que desempeña este trabajo de supervisión.”[46]

“Frente al capitalista financiero, el capitalista industrial es un trabajador, pero trabajador como capitalista, es decir como explotador de trabajo ajeno. El salario que reclama y obtiene por ese trabajo es exactamente igual a la cantidad de trabajo ajeno apropiada, y depende directamente –en la medida en que se somete al esfuerzo necesario de la explotación- del grado de explotación de dicho trabajo, pero no del grado del esfuerzo que le cuesta esa explotación, y que puede derivar, a cambio de un módico pago, hacia un director.”[47]

Las empresas por acciones separan el trabajo administrativo, de dirección o supervisión en cuanto función de la posesión del capital, sea éste propio o prestado.

Las grandes empresas bancarias, hipotecarias, de seguros, industriales o comerciales que durante la crisis financiera de 2007-2008 fueron a la bancarrota, tenían equipos de CEOs (Chief Executive Officer, también conocidos como director ejecutivo, consejero delegado o presidente ejecutivo) que actuaban como asesores o supervisores y contaban con contratos individuales que preservaban sus ingresos frente a las pérdidas de capital o las quiebras de las empresas que administraban. Cuando se desató la crisis, los grandes medios evitaban hablar de las verdaderas causas de ésta, centrando sus denuncias en los malos administradores que obtenían retiros millonarios (se los llamó paracaídas de oro) sin prever ni salvaguardar a las empresas de la debacle. Tanto la gran prensa, como los principales responsables del desastre (Paul Volcker, Greenspan, R. Rubin, L. Summers, T. Geithner, Henry Paulson Jr., Ben S. Bernanke, Gordon Brown, etc.) no han reconocido que con las melladas herramientas del neoliberalismo difundidas por los think tank, los departamentos de economía de las universidades imperialistas, el núcleo duro del capital financiero (Wall Street-Tesoro-Reserva Federal-FMI) y sus antenas repetidoras en los gobiernos aliados, era imposible sacar conclusiones de los incontables y evidentes síntomas y señales de la crisis estructural que urdía el sistema.

Así como para las consecuencias de una insensata estampida del capital dinerario, también encontramos advertencias de Marx -de más de un siglo y medio de antigüedad- para la estafa de los CEOs: “Sobre la base de la producción capitalista se desarrolla en las empresas por acciones una nueva estafa con el salario administrativo, (…) junto al verdadero director y por encima de él, (se ubican) una serie de consejeros de administración y supervisión para quienes, en realidad, la administración y la supervisión son un mero pretexto para esquilmar a los accionistas y para autoenriquecerse.” (…) “Las actuaciones ante el tribunal de bancarrotas demuestran que, por regla general, ese salario de supervisión es inversamente proporcional a la supervisión ejercida por estos directores nominales.”[48]

Las torres gemelas del dólar y el Pentágono

“¿Cuál es la base y la seguridad de la posición de Estados Unidos y su poder en el mundo? La respuesta es: los pilares gemelos del dólar y el Pentágono. El dólar es un tigre de papel –literalmente- y mucho más que cuando Mao aplicó este término a los EEUU. La fuerza y la movilidad del Pentágono son dependientes del dólar, y alternadamente lo apoyan. Pero las dos torres de soporte de los EEUU son también sus talones de Aquiles. A través de ellas, como las torres gemelas del Centro de Comercio Mundial en Nueva York, el edificio entero de los EEUU puede derrumbarse en una mañana. No por el terrorismo sino por la operación de los mercados financieros en la economía mundial y las políticas poco aconsejables del propio gobierno de Estados Unidos.” [49] Tres años antes del derrumbe de la economía imperialista, André Gunder Frank anunciaba el desastre.

El dólar como la moneda del mundo cuyo privilegiado monopolio le permite a los EEUU imprimirla de acuerdo a su voluntad; el Pentágono con sus capacidades militares incomparables. Un tercer pilar quizás es la ideología del gobierno, de la educación y de los medios que obscurecen de la visión pública estos simples hechos. Por otra parte cada uno apoya el otro: Cuesta dólares mantener al Pentágono, sus bases en un centenar de países alrededor del mundo, y el despliegue de sus fuerzas militares alrededor del globo. Los gastos militares son la causa principal del doble déficit americano, en el presupuesto federal y en la balanza comercial. Inversamente, la fuerza del Pentágono sostiene la confianza global en el dólar.” [50]

En las dos últimas décadas se sumaron en EEUU las deudas internas y externas, los créditos fáciles, en especial los destinados a las viviendas crecieron de manera catastrófica, el déficit energético se expandió y entonces hacia finales del 2006 la deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 48 billones (trillones en inglés) de dólares: más de tres veces el Producto Interno Bruto usamericano y superior al Producto Bruto Mundial en ese año. Las deudas con el exterior treparon a 10 billones de dólares[51]. El déficit presupuestario federal de Estados Unidos ascendió a un nuevo máximo histórico de 483.000 millones de dólares en el año fiscal 2008 que terminó el 30 de septiembre, según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, siglas en inglés) anunciadas en octubre de 2008. Supera al anterior máximo histórico de 413.000 millones de dólares registrado en 2004. La predicción más probable es que el déficit presupuestario supere los 500.000 millones de dólares el año 2009, si se toma en cuenta las ingentes sumas destinadas a rescatar a los especuladores financieros. [52]

Estas cifras indican que la creación de capital ficticio seguirá siendo, con el nuevo gobierno Obama y su secretario del Tesoro, un mecanismo inevitable de sobrellevar la crisis estructural del sistema.

Contradictoriamente el colapso financiero del 2008 con centro en EEUU invirtió la tendencia de desvalorización del dólar. En una primera impresión sorprende la capacidad que ha mostrado la Reserva Federal para resguardar al dólar y a los Bonos del Tesoro del desplome general.

Como afirma Claudio Katz existe hasta ahora “una gran predisposición de los acreedores para convalidar la primacía monetaria estadounidense. En medio de la caída de Wall Street el vuelo de los capitales hacia la calidad favorece al activo en mayor peligro. Paradójicamente los capitalistas del mundo se refugian en el dólar y sus bonos, es decir en la moneda y en los papeles formalmente más amenazados. Ninguna otra economía podría generar una reacción, que obviamente obedece al rol central de Estados Unidos en la reproducción del capitalismo global. Este protagonismo se asienta en la protección brindada por el Pentágono a todas las clases dominantes. Es un resguardo decisivo que modifica todos los patrones convencionales de evaluación del proceso económico. Es importante recordar esta peculiaridad, para evitar el análisis de la economía estadounidense con los mismos parámetros que se juzga a cualquier otro país.” [53]

Estados Unidos está reclinado ahora sobre el filo de la navaja de una deuda externa, una deuda fiscal, una deuda corporativa y una deuda de los consumidores domésticos [tarjetas de crédito, hipotecas y otras] enorme e inestable. Tan inestable como lo demuestra la explosión de la burbuja financiera y la inmediata recesión desatada en su economía.[54] Cada vez es más peligroso para todo el mundo mantener sus reservas en papeles estadounidenses. Pero las elites de todos los países son conscientes que necesitan del Pentágono para sostener el sistema. Y el Pentágono se sustenta en el dólar. Las clases dirigentes del planeta temen que un desplome del dólar los arrastre en la correntada y se siguen refugiando en él y los bonos del Tesoro de EEUU.

Apagar el incendio de capital ficticio

Al desatarse lo peor de la crisis financiera en septiembre de 2008, la primera propuesta de la Reserva Federal y el Secretario de Tesoro de EEUU fue que el estado comprara todos los papeles basura que contaminaban las carteras de las entidades financieras estadounidenses. Es decir, los dineros públicos se hacían cargo de las hipotecas incobrables, de los títulos y bonos envenenados por ellas y otros papeles fraudulentos. A la propuesta original se le hicieron algunos retoques y luego de un primer rechazo en el Congreso, fue aprobada. Como es habitual en el capitalismo se socializaron las pérdidas y se premió a los especuladores absorbiendo los papeles fallutos.

El primer ministro inglés Gordon Brown previendo una posible oposición de la población europea a esa escandalosa maniobra, propuso en la Unión Europea, la compra de acciones de las empresas financieras contaminadas para impedir su desplome en la bolsa. Con la fábula de que cuando se evidenciara una recuperación de éstas, se podría recuperar la “inversión” volviendo a vender las acciones adquiridas. Se trataba de una estatización de las pérdidas de los bancos e instituciones financieras con dificultades, es decir una “socialización” de las pérdidas por medio de dineros públicos.

En la actualidad el Grupo de los 30[55] tiene un equipo centrado en sistemas de regulación financiera, demagogia principal de los gobiernos imperialistas después del colapso financiero de 2007-2008. Las imposiciones de Washington en el sentido de incluir en las conclusiones de la reunión del G 20 en noviembre 2008 el reflote del FMI y el Banco Mundial en sus funciones de asistencia financiera, con la contrapartida de sus exigencias de medicina funeraria neoliberal para aquellos que acepten la ingerencia de esas marionetas usamericanas; así como la pretensión de retomar la agónica Ronda de Doha de la OMC para imponer el libre mercado versión estadounidense-europea que sólo abarca lo que les conviene; nos permite anticipar los términos del inminente relatorio del Grupo de los Treinta.

Hace 150 años Marx señalaba que no existe legislación bancaria de ninguna índole que pueda eliminar la crisis y nos advertía: “En un sistema de producción en el cual toda la conexión del sistema se basa en el crédito, si el crédito cesa súbitamente y sólo vale ya el pago en efectivo, debe producirse evidentemente una crisis, una violenta corrida en procura de medios de pago. Por ello, a primera vista toda la crisis sólo se presenta como una crisis de crédito y de dinero.” ¿Qué fue lo que desató el colapso del 2008 sino una crisis de crédito y dinero centrada en los bancos las corporaciones hipotecarias y de seguro. Y de hecho el problema fue la imposibilidad de convertir en dinero todas las letras, acciones, bonos y todo tipo de títulos y derivados de crédito novedosos que envenenan el mercado financiero. Existen papeles que representan en mayor parte, compras y ventas reales. “Pero además de ello, hay también una masa ingente de papeles que representan negocios fraudulentos, que ahora surgen a la luz del día y estallan; asimismo hay especulaciones llevadas a cabo con capital ajeno, pero fracasadas; y por último capitales mercantiles desvalorizados o incluso invendibles, o bien reflujos que ya nunca podrán producirse. Todo el sistema artificial de expansión violenta del proceso de reproducción no puede remediarse, naturalmente, por el hecho de que un banco –por ejemplo el Banco de Inglaterra (o la Reserva Federal de EEUU)- otorgue en sus papeles a todos los estafadores el capital faltante y compre a sus antiguos valores nominales todas las mercancías desvalorizadas.”[56]

En estas operaciones de salvataje del capital financiero, los países capitalistas “avanzados” invirtieron hasta principios de diciembre 2008, 5,8 billones de U$S (es decir 5,8 millones de millones de dólares). Esto es el 10% del PIB mundial actual que alcanza a los 58 billones de U$S. Francia, Alemania y Gran Bretaña han debido inyectar al capital financiero una suma aproximada al 20% de sus respectivos PIB. Están otorgando a los estafadores el capital faltante y comprando a sus antiguos valores nominales todas las mercancías desvalorizadas. Se dedican a apagar la quema de capital ficticio lanzando más capital ficticio a las llamas.

Luego de la gran devaluación de capital ficticio durante 2007-2008, desde el último trimestre de 2008 la crisis financiera ha dado paso a la crisis en la economía real. Se inicia la convulsión brutal donde el capital productivo y mercantil “sufre pérdidas importantes (desvalorizaciones del capital) ya sea directamente, a través de la reducción del capital mercantil, o indirectamente, a través de la quiebra y el cierre de las empresas menos eficientes.” Se va a extender aún más la desocupación y la precarización del trabajo. En esta etapa de crisis estructural crónica del sistema, siempre hay nuevos peldaños para descender en el desempleo, la miseria y la marginación. Ahora la palabra la tiene la clase que vive del trabajo. Y no se trata de realizar reformas, sino de luchar por un programa transicional que inicie un proceso de negación global del sistema dominante.

Montevideo, 4 de febrero 2009

* Ensayista y periodista uruguayo, reside en Santa Catarina (Brasil). Es miembro del consejo de redacción de la revista Desacato (Militancia Política y Cultural Diaria), que se edita en portugués y castellano: http://www.desacato.info/

Notas



[1] Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7, p 623, Siglo XXI editores, México, 5ta. Edición 1982.

[2] Ernest Mandel, Tratado de economía marxista, Tomo I, p 319. Ediciones Era, México, 1969

[3] Karl Marx El Capital, II/5 p 502, citado por E. Mandel en El Capital Cien años de controversias en torno a la obra de Karl Marx, p. 152-153 Siglo Veintiuno editores, México, 1985.

[4] Karl Marx El Capital, II/4 p 84, citado por E. Mandel en El Capital Cien años de controversias en torno a la obra de Karl Maxr, p.155

[5] Este subtítulo pertenece al libro en elaboración Réquiem para el sueño americano Juan Luis Berterretche.

[6] Mészáros, István Beyond Capital, Towards a Theory of Transition, Merlin Press, Londres, 1995

[7] EEUU con menos del 5% de la población mundial consume el 25% del total de recursos energéticos. Alcanza sólo pensar que ocurriría si el 95% restante adoptasen el mismo padrón despilfarrador de consumo usamericano.

[8] Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7 p 499

[9] Ibid. p 440

[10] Ibid. p 502

[11] Ibid. p 441 - 442

[12] Ibid. p 449

[13] Ibid. p 452

[14] Ibid. p 453

[15] Ibid. p 457

[16] Ibid. p 463

[17] Ibid. p 464 - 465

[18] Ibid. p 468

[19] Ibid. p 470

[20] Ibid. p 474

[21] Ibid. p 479

[22] Ibid. p 481

[23] Ibid. p 482

[24] Ibid. p 512

[25] William Leatham (banquero de Yorkshire) Letters on the Currency 2da. edición, Londres, 1840 citado por K. Marx en El Capital, Tomo III, Vol. 7, p 512 - 513

[26] James William Gilbart, The History and principles of Banking Londres, 1834. Citado en El Capital, Tomo III, Vol. 7, p 521

[27] Federico Engels en El Capital Tomo III, Vol. 7, p 521

[28] Citado por Edward E. Scharff en Una gran potencia mundial The Wall Street Journal p. 21 Editorial Planeta, Barcelona 1987.

[29] Ibid.

[30] Kart Marx op. cit. p 601

[31] The Economist, editorial 06 12 2008

[32] Kart Marx op. cit. p 470

[33] Brenner, Robert. ¿Nueva Expansión o Nueva Burbuja?, La trayectoria de la economía estadounidense, p. 56. Véase también del mismo autor: La expansión económica y la burbuja bursátil, Cuestiones de Antagonismo 19, Ediciones AKAL, Madrid, 2003, cuadro 9.1, p.231.

[34] En 1985, los ministros de finanzas y los presidentes de los bancos centrales de las principales potencias económicas mundiales (Francia, Alemania, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos) se reunieron en Nueva York con la intención de llegar a un acuerdo diplomático que ayudara a optimizar la operación de los mercados de divisas. Esta reunión se llevó a cabo en el Hotel Plaza y los allí reunidos llegaron a varios acuerdos con respecto al comportamiento del mercado de divisas y el comercio internacional en general. Los Estados Unidos experimentaba un déficit creciente en su cuenta corriente, mientras que Japón y Alemania tenían grandes superávit comerciales.” En la reunión del Hotel Plaza, los Estados Unidos convencieron a los demás asistentes para que se coordinara una intervención en los mercados cambiarios y en septiembre 22 de 1985, se creo el Plaza Accord o Acuerdo del Hotel Plaza. Este acuerdo tenia como objetivo devaluar de manera controlada el dólar y revaluar las principales monedas de sus países socios. “(…) “Los efectos de este acuerdo sobre las principales monedas se vieron casi de inmediato: el dólar cayó 46% frente al marco alemán y 50% frente al yen. El sector exportador norteamericano se benefició, mientras que Alemania y Japón vieron crecer sus importaciones.“ http://www.finanzasydinero.com

[35] Alan “burbujas” Greenspan sustituyó a Paul Volcker en 1987 -bajo el gobierno de R. Reagan- y salió de la Fed en enero de 2006.

[36] “Testimony of Chairman Alan Greenspan Before the Joint Economic Comité, US Congress: An update on economic conditions in the United States” 10 de junio de 1998, disponible en:

http://federalreserve.gov/pubs/feds/200121abs.html

[37] Brenner, Robert. Ibíd. p. 72.

[38] Bureau of Economic Analysis http://www.bea.doc.gov/bea/dn/nipaweb/index.asp y http://www.bea.gov/bea/dn2/gpo.htm

[39] Ibid. p 483

[40] Ibid. p 542

[41] Benner, Katie, Robert Rubin: Qual meltdown? para CNNMoney.com, 31 de enero 2008 http://money.cnn.com/magazines/fortune . La conferencia se realizó en Manhattan's Cooper Union for the Advancement of Cience and Art. No estamos de hecho al borde de un colapso financiero” “Es sólo un desajuste coyuntural” afirmó Robert “profeta” Rubin en enero de 2008, a un público de Manhattan ávido en esclarecimientos sobre el carácter de la crisis que empezaba a revelar un volumen catástrofe de préstamos incobrables. Una verdadera pitonisa! Rubin ha sido director y presidente del comité ejecutivo del Citigroup's desde 1999 cuando dejó el cargo de secretario del Tesoro de EEUU.

[42] Brenner, Robert. ¿Nueva Expansión o Nueva Burbuja?, La trayectoria de la economía estadounidense, p.72.

[43] Bartiromo, María. “Bill Clinton sobre la crisis en el sector bancario, McCain y Hillary” " Bill Clinton on the Banking Crisis, McCain, and Hillary ". BusinessWeek. 24 09 2008.

[44] Jenny Anderson, Calmo antes y durante una tempestad New York Times, 9 de febrero de 2007 http://www.nytimes.com/2007/02/09/business/09credit.html

[45] El dinero virtual...Ria Novosti, http://www.argenpress.info/2008/10

[46] Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7 p 491

[47] Ibid. p 495

[48] Ibid. P 498

[49] Andre Gunder Frank (1929 -2005), Paper Tiger, Fiery Dragon.

http://rrojasdatabank.info/agfrank/index.html

[50] Ibid.

[51] La deuda externa de Estados Unidos que crece en promedio en un millón de dólares por minuto, se calcula que en enero del 2009, momento en que Bush dejó el cargo, supera los 10.000.000.000.000,00, (10 millones de millones de dólares, 10 billones en español o 10 trillones en inglés y portugués) un dígito más que los que tiene el “reloj de la deuda nacional” en Times Square, en Nueva York. Cuando ese reloj fue activado en 1989, la deuda era de 2,7 billones, hoy definitivamente, el reloj situado en Manhattan que indica la deuda nacional de Estados Unidos se ha quedado pequeño, y desde el miércoles 9 de octubre de 2008 ya no podía indicar la cantidad a la que asciende la deuda. http://www.argenpress.info

[52] Estados Unidos: El déficit presupuestario asciende a un nuevo máximo histórico. Argenpress.info, octubre 2008.

[53] Katz, Claudio Lección Acelerada de Capitalismo versión PDF 04 octubre 2008. http://katz.lahaine.org

[54] En el último trimestre del 2008 se produjo una caída de la producción en EEUU del 3,8%.

[55] El Grupo de los 30 se dedica al estudio de: moneda y cambio, mercado internacional de capitales, instituciones financieras internacionales, bancos centrales y servicios financieros, mercados de trabajo, etc. El G30 fue creado en 1978 por la Fundación Rockefeller que le dio el financiamiento inicial. Actualmente está presidido por Paul Volver. La iniciativa de sus orígenes y los antecedentes de su presidente permiten situar sus objetivos sin margen de duda.

[56] Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7 p 631